SIGO DE PIE.

Ana Toledo
6 min readNov 5, 2021

“”Cuando se pierde el debate, la calumnia se convierte en la herramienta del perdedor”.

Aunque esta cita le ha sido atribuida a Sócrates, estudiosos del tema aseveran que no existe evidencia para probar que sea suya.

Es irrelevante quién lo dijo. Lo que importa es la desafortunada verdad universal que expresa.

Hace más de cinco meses, cuando me disponía a lanzar “MIRA!”, columna en la plataforma de Substack, expliqué que en ella escribiría sobre la perspectiva de una local sobre los increíbles eventos que a diario suceden en el territorio americano de Puerto Rico.

No pasó mucho tiempo antes de que me quitaran la alfombra de debajo de los pies.

El 2 de julio de 2021 recibí la decisión del Primer Circuito sobre el caso más importante de toda mi carrera, Cebollero Bertran v. PRASA, una acción de demanda ciudadana bajo la Ley de Agua Limpia que había argumentado remotamente el 3 de febrero de 2021.

La opinión del Tribunal de Apelaciones para el Primer Circuito de Boston sentó un precedente valioso para cientos de miles de personas en Puerto Rico y en todos los Estados Unidos afectadas por la falta de implementación estricta de las leyes ambientales por parte de la Agencia de Protección Ambiental o su equivalente estatal.

Días después de recibir la opinión del Primer Circuito, perdí el acceso a todas mis redes sociales, nubes y cuentas de correo electrónico. Cuando traté de recuperarlos, las plataformas me impedían hacerlo. De hecho, todavía no puedo acceder a algunos de ellos, como es el caso de mi propia página web, http://www.anatoledo.com.

Durante semanas y meses, mis amigos me habían evitado. Cuando se desató el ataque formal, vecinos y conocidos mostraron abiertamente una expresión de absoluto disgusto.

Se negaron a contestar mis llamadas. Se niegan a reconocer mi presencia.

Sentí los logros de mi vida destruidos en cuestión de semanas. El arduo empeño con que he luchado en la vida para lograr ser una mujer de bien, esfumado en un dos por tres. Nunca imaginé que durante décadas mis poderosos verdugos meticulosamente habían preparado el terreno donde estaban seguros podrían extirparme de la sociedad y callar mi voz.

Luego encontré un sobre que dejó una persona que se hizo amigo mío para cosechar y proporcionar información a mis torturadores. En el mismo había escrito la cita que incluí al principio de este escrito.

EN LA EDAD MEDIA Y SALEM, LAS LLAMARON BRUJAS Y LAS QUEMARON EN LA ESTACA.

HOY LAS LLAMAN LOCAS y PU**S, LOGRANDO SU OBLITERACIÓN SOCIAL, PROFESIONAL Y FINANCIERA.

Foto: Kayla Maurais

Me convertí en una inconveniencia. Una abogada bilingüe con un talento investigador excepcional cuya intención de incursionar en una carrera como escritora investigadora solo traerás problemas para sus perseguidores.

Había que salir de ella.

Sin que yo lo supiera, durante años se había llevado a cabo una campaña masiva para difamar a mi persona. Fue diseñado para destruir mi carácter y reputación, así como mi capacidad mental y honor. Esto, pensaron, sin duda resultaría en un intento de quitarme la vida.

En la alternativa, al menos podrían lograr enviarme a un hospital psiquiátrico y acabar con mi credibilidad.

Para siempre.

El acecho y tortura de los mercenarios que se prestaron para destruirme ello durante décadas repercutían en todos los aspectos de mi vida. Sin embargo, no me había dado cuenta de que era un esfuerzo concertado de poderosos tiranos. Soy un firme creyente de que por desafortunado que sea un suceso, siempre trae detrás una buena razón. Aun cuando te tome años descubrir porqué las cosas sucedieron de la forma en que ocurrieron.

Durante la mayor parte de mi vida adulta, al enfrentarme a la adversidad aprendí a seguir los consejos de Caroline Myss, una de mis favoritas. En vez de preguntar el porqué de las cosas, le pido a Dios que me “muestre la lección que tengo que aprender”, así como las fuerzas para aceptar con aplomo y dignidad lo que me traiga la vida.

De igual forma, persigo vivir mis días siendo la mejor persona que puedo ser, honrando el dicho de Thomas Merton: “Este día nunca volverá”.

Sin embargo, la razón principal por la que no me dí cuenta de que me había convertido en una persona señalada, víctima de tan vil persecución, fue que jamás se me hubiese ocurrido que los eventos difíciles, trágicos e incluso atroces de mi vida habían sido el resultado de la maldad de personas que la sociedad consideraba buenas, profesionales, exitosos y de renombre.

El 17 de marzo de 2020, Puerto Rico entró en meses de encierro por el Covid-19 que aisló a todos en la sociedad. Hasta enero de 2021, Puerto Rico era una de las jurisdicciones más estrictas en cuanto a medidas de encierro inconstitucional.

Mis únicos compañeros durante esos meses difíciles fueron mi perra Pelusa y mis gatos, Lucy y Tommy.

Durante los meses de encierro, escribí articúlos discutiendo la inconstitucionalidad y abuso de poder de gran parte de las disposiciones contenidas en las Ordenes Ejecutivas imponiendo el toque de queda. Dados los asuntos que planteé en los mismos, ello sirvió para envalentonar a mis enemigos que acabaron con mi libertad financiera, reputación, relaciones sociales y propiedad.

El dinero puede hacer maravillas para evaporar la lealtad. Las pocas personas que consideraba mis amigos más cercanos, así como conocidos, colegas y parientes no mostraron reparos en colaborar con los proveedores para mi desaparición.

La magnitud de la aniquilación y difamación de carácter perpetrada contra mí fue sin duda la culminación de décadas de planificación. Una inversión de millones de dólares para callar a la que se atrevió a incursionar en la lucha ambiental que nunca debió tocar.

SIN SABERLO, POR AÑOS FUI LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO DE MUCHOS.

Mis verdugos exitosamente me llevaron a la indigencia. Había trabajado duro para ser una libre pensadora, mujer independiente y evitar ser cancelada. Mi ingreso principal provenía del alquiler de mi propiedad en el Viejo San Juan. Ello me permitía dedicarme a actividades no remuneradas pero que mueven mi espíritu, como escribir y luchar por mejorar las condiciones en mi amada isla de Puerto Rico donde nací.

Aniquilar mi fuente de ingresos les resultó fácil. Permitieron que mi inescrupuloso ex-inquilino se quedara en la propiedad durante 8 meses sin pagar el alquiler. Cuando recuperé la propiedad el 5 de junio de 2021, la había destrozado irremediablemente, haciéndola inadecuada para alquilar. Las reparaciones y el equipo para devolverlo a condiciones aceptables superan los $ 80,000.00.

“El que tiene un por qué vivir puede soportar casi cualquier cómo”.― Friedrich Nietzsche

Hoy mis enemigos insisten en perseguirme y atormentarme a diario. Mis correos electrónicos son interceptados y filtrados.

Si no fuera por la Gracia de Dios y las pocas personas honestas y valientes cuyo amor y aprecio genuinos por mí y que me ayudaron a sobrevivir a un ataque tan despiadado y masivo, no estaría en esta tierra hoy.

Amo la vida incondicionalmente. Se me pone la piel de gallina al presenciar los milagros de la naturaleza, escuchar un hermoso poema o ver una majestuosa actuación artística.

Ayudar a los demás me brinda la mayor satisfacción en la vida.

No quiero dejar este espacio terrenal sin haber logrado hacer una diferencia positiva en el mundo proporcional a los talentos con los que Dios generosamente me bendijo.

Hoy más que nunca, mi esperanza es hacer del mundo un lugar mejor.

Habiéndome topado con el maligno de frente, estoy aún más comprometido con mi meta. Según nos gusta presumir en Puerto Rico:

¡LOS BUENOS SOMOS MÁS!

(¡Y no tenemos miedo!)

Desde la profundidad de mi corazón desde donde provienen estas convicciones he sacado la fuerza e inspiración para sentarme a escribirles hoy.

Atrás, ¡Ni pa’ cojer impulso!

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Ana Toledo

Puerto Rican warrior & targeted individual; fighting for equal environmental rights, one pipe at a time”. “Mi nada, a nadie se lo debo.” Julia de Burgos.